1 de marzo de 2011

2.0



De pronto, silencio. Mi vieja compañera decide partir. Era su hora. los dos lo sabemos, nada es para siempre. Sólo un adiós y un recuerdo que ya no es.
Corto el rollo y salgo a la búsqueda. No sé que me espera, algo bueno. Miro vidrieras y la encuentro. Nos vemos inmediatamente. Me seduce con sutileza. Me ruborizo, la miro y decido. Nos vamos juntos. Le presto atención, la escucho, comienzo a conocerla y ya la entiendo. Hasta oculta un guiño maradoniano. Lo sé.
Ahora seremos fieles compañeros, hasta que el camino nos separe.

3 comentarios:

  1. No me digas que murió ese viejo y querido iPod de bicicleta

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  2. La tengo vista en tu modular aquella noche del boxeador de Quemú Quemú

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